El 21 de marzo
se rinde tributo a la palabra poética en todo el mundo merced a la propuesta de
la Unesco realizada en el año 2001. Se celebra en el equinoccio de primavera con
el propósito de consagrar la palabra esencial y la reflexión sobre nuestro
tiempo.
Este evento, que
fortalece la cultura en nuestro planeta, se realiza en importantes capitales
del mundo como París, Ámsterdam, Berlín y Bogotá.
En Europa se
intitula: “Primavera de los Poetas” y en Colombia la “Común Presencia de los
Poetas”, al estar instituido por la Fundación que lleva el mismo nombre, la
cual, trabaja desde hace dos décadas en la promoción del universo poético en
Hispanoamérica.
Con eventos
multitudinarios y lecturas múltiples, se realizan actos en diversas latitudes
del planeta, para celebrar este género de la literatura y esa forma de
percepción de la vida.
Para unirnos a
esta celebración mundial, recordamos una de las fábulas del poeta español del
siglo XVIII, Tomás de Iriarte y Nieves Ravelo (Puerto de la Cruz, 1750 -
Madrid, 1791). Fue junto con Félix María de Samaniego uno de los fabulistas más
importantes del siglo XVIII. Sobrino del académico Juan de Iriarte, a los trece
años se trasladó a Madrid para vivir con su tío, lo que le permitió adquirir
una sólida educación. Sucedió a su pariente como traductor de la Secretaría de
Estado y ocupó el cargo de archivero del Consejo de Guerra.
Su mayor
popularidad se debió a las Fábulas literarias (1782), publicadas un año más
tarde que las de Samaniego, donde reunió una serie de poemas satíricos y
moralizantes que encierran muchas veces una burla feroz de sus coetáneos. El
autor aplicó a estos apólogos los preceptos clasicistas, haciéndose eco de las
ideas estéticas imperantes en su tiempo.
A pesar de que
sus versos presentaron una mayor variedad métrica que los de Samaniego, y
buscaron la máxima sencillez y claridad, las rimas resultaron un tanto forzadas
y nunca alcanzaron la vivacidad de las de su rival. No obstante, el gran
acierto del autor consistió en trasladar fielmente al género fabulístico las
normas imperantes en su época como puede apreciarse en piezas como "El
burro flautista", "La mona", "Los dos conejos" o
"El caballo y la ardilla".
EL BURRO
FLAUTISTA.
Esta fabulilla,
salga bien o
mal,
me ha ocurrido
ahora
por casualidad.
Cerca de unos
prados
que hay en mi
lugar,
pasaba un
borrico
por casualidad.
Una flauta en
ellos
halló, que un
zagal
se dejó olvidada
por casualidad.
Acercóse a
olerla
el dicho animal,
y dio un
resoplido
por casualidad.
En la flauta el
aire
se hubo de
colar,
y sonó la flauta
por casualidad.
«¡Oh!», dijo el
borrico,
«¡qué bien sé
tocar!
¡y dirán que es
mala
la música
asnal!».
Sin reglas del
arte,
borriquitos hay
que una vez
aciertan
por casualidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario